martes

No sé si decir adiós

Es un hecho que hace mucho ya no escribo para ti. Ni para ti ni para nadie.

Y si somos realmente sinceros, esta debería ser la última vez que escribiera una línea de más de 15 palabras juntas, porque la tristeza solo me permite decir puras tonterías. ¿Cuándo podré librarme de este recuerdo que no me deja, ya no digamos dormir, sobrevivir? Porque algo que tu no sabes es que yo soy buenísimo sobreviviendo y, hasta puedo decir, que me va muy bien.

¿Para qué perdemos el tiempo en esta especie de amor mal correspondido? No, ya no vale mucho la pena. En esta sucesión (o como se escriba) de eventos tan desafortunados, la única que quizá goza es la bolsa de basura cuando se come los restos de lo que alguna vez fue hermoso. Por lo menos para mí lo fue. Y me da mucha tristeza y angustia y dolor de estómago saber y pensar e imaginar que para ti fue una cosa simple, que se cambia en 3 semanas. O 4 o 6 meses como tu dices. Igual ahora deberíamos estar comiendo pollo feliz con coca y en cambio estamos comiendo restos de lágrimas y platos rotos y uno que otro vaso. Porque lo que nos pasó es que de alguna manera dejamos meter en nuestra casa, que ya era nuestra y que tenía un jardín y dos perritos, a un ladrón con cara de asesino. Hoy yo quisiera matarlo, pero la verdad creo que eso no me saldría bien.

¿Qué sucedería si yo me fuera mañana de tu vida? Nada. Porque de alguna manera evitaste que yo me pudiera meter ahi. Yo pensaba que estaba dentro, pero me doy cuenta ahora que solo pasé, si acaso, al dintel de la puerta, donde me guarecí de la lluvia... si acaso. Pero lo que en realidad pasó es que yo me puse frente a tu casa y solo grité a una puerta cerrada desde el principio. Igual estoy exagerando, pero tomando en cuenta los resultados dados, la explicación más lógica y elocuente es esta que estoy dando. Una explicación que duele pero que es verdadera: Me voy a quedar solo. Alejado de tu cariño, que como una nube se me fue, pero que nunca jamás fue mío. Y eso es lo que más me duele.

Me duele como las muelas el hecho de haber sido engañado. Porque en serio pensé que todo había valido la pena, tanto por lo bueno como por lo malo. Pero siempre no. Y lo que más me da coraje, es haberme enterado como si no pasara nada. Como cuando se platica de la lluvia o del impermeabilizante en el techo. O como se habla de la crisis. Eso es lo que más pena me da: que no hubieras preparado una ceremonia para decirme que nunca me quisiste. O que lo hiciste pero dejaste de hacerlo cuando viste la primera luz del alba de la primera noche (quiero decir que hace mucho, pues). Yo hubiera querido ver la pena que sentiste por el pájaro muerto o por los muertos de Afganistán. Pero nuestra guerra terminó en un camión con rumbo incierto.

Es por esto que ya casi no escribo. Porque entre mis preocupaciones y tristeza no puedo escribir mucho más que esto. Porque siento trsitezas por cosas que ya no deberían dolerme, porque he dicho basta y no ha bastado. Porque siento que aún quisiera ser y estar, pero que no. Hoy en día soy una contradicción: mi insoportable levedad está asesinando mi ser, que un dia fue otra cosa. Y otra cosa es lo que debería estar aqui escrito, pero que no está. ¿Alguien ha visto mi imaginación? Cuando la vean, porfavor díganle que se regrese y que de paso, se traiga a la felicidad que, de seguro y como siempre, se escapó o se fue a comprar unos cheetos. Y ya de plano, que me traigan un pan.

Etiquetas: