lunes

Lunes

Te escribo esto con la esperanza de que cuando pases por acá sientas un poco de calor, porque hace mucho frío.

Frío como de viento en las torres. Ese viento que nos hacía caminar de espaldas cuando pasábamos por ahí, que supongo que tiene el mismo efecto, pero hace tanto de eso que no pasamos ni tantito cerca, que la situación pudo haber cambiado. No sé, sería cosa de ir. Pero no iba a hablar del viento ni de esa avenida tan fea. Quería darte una idea de como es el frío, es más, hace tanto que hasta puedes escucharlo y si le pones atención, te dice cosas. Las cosas que dice son cosas que no tienen hilación con la realidad, porque uno termina por entender que son cosas imaginarias, como las hadas y todo eso en lo que creen los niños.

Yo me acuerdo que mil veces temblamos, apretados el uno contra el otro, metidos en esa congeladora que tuvimos por escuela. Sólo que en la soledad esta en donde me mandaste a vivir es bien difícil encontrar a alguien que quiera equilibrar su sistema termodinámico con el mío. Si lo he buscado, pero es complicado. Aunque en el trabajo es más fácil, porque en medio de tantos papeles, no tengo mucho tiempo de acrodarme de ti ni de nada más, pero de vez en cuando leo esto o aquello y mi malvada memoria me lleva a ese pasado de sonidos dulces. Es que yo no tengo del todo la culpa de recordarte tanto, porque después de compartir hasta los sueños, uno termina por acostumbrarse a la presencia de las personas, máxime si esa persona eres tú. Pero tampoco quiero contarte sobre mi empleo mal pagado, pero altamente aventurero. Eso te lo platico después.

Nunca ha sido fácil caminar en el descampado, menos cuando hace aire y lueve. Tu de esto no tienes ni idea. O por lo menos no creo que tus páramos sean los mismos que los míos, por más que la ciencia me diga que el universo se dobla y se desdobla, la verdad si estamos paralelos esta vez. ¡Qué historia tan rara la nuestra! Porque hay que estar enfermos uno del otro para hacer lo que hacemos. Porque a pesar de todo, tu me extrañas y yo también a ti. Y sería todavía más demente intentar explicar, por eso nunca nos tomamos la molestia, porque hoy los reencuentros se extinguen como los dinosaurios (los que quedan), así que en vez de hablar, me callo y en vez de pensar siento. Eso saldrá mejor.