miércoles

Todo esto es un juego

"La imaginación esta noche todo lo puede..."

Felices Noches Buenas.

sábado

De ti, de mi y de mis zapatos nuevos




La dificultad de tener unos zapatos nuevos es siempre que uno no sabe a donde lo llevarán. Yo no me puedo quejar, porque los míos, no sé si pies o zapatos, siempre me han llevado a lugares llenos de magia a cada paso que di. Yo no soy un viajero frecuente de ninguna aerolínea, de hecho, nunca he visto de cerca un avión; aunque, en la misma ruta, calculo que he viajado algo así como de aquí, depende dónde se lea, a Europa, por lo menos a Portugal.


En un camión de regreso de Monterrey, por ejemplo, tuve una de esas visiones, que por fantasmales, uno nunca cuenta a sus amigos, pero fue tan real que pude tocarla, era una ciudad que no existió más que en la mente de dos personas, dominadas, casi al punto del olvido, por un sueño que comenzaba a ser común. Describir es una cosa que no fue hecha para mí, pero nuestra ciudad, era luminosa, al pie de un cerrito no muy alto; las luces eran amarillas y blancas, por partes iguales. No había calles, más bien, todas eran vías de tren, de esos que ya no hay y al cual nunca me he subido, había dos montones grandes de tierra, uno más alto que el otro, aunque no podría decir el color de la tierra por el efecto de las luces de colores. Ya no recuerdo mucho más, lo que si es que nunca he visto cosa igual, no porque las minas de carbón sean escasas, sino porque ella no ha estado conmigo, porque ya no es más esa noche y porque los recuerdos son mejor así, de una vez para que no cansen.


Nunca supe como, pero llegué que fue lo importante. El país de las maravillas está después de cruzar un puentecito que pasa por encima de un río que, más adelante, te topas a cada rato. No sé bien que fue lo que más me llamó la atención, si las flores amarillas, o el cerro o las vías del tren. Lo que si te puedo decir es que el viento sopla y sopla libre, no como acá, que siempre está cercado por las montañas. Ya una vez que la vista se acostumbra, desde lo alto de una loma que parece cerro uno puede ver, cerca, las flores amarillas y algunas púrpuras, la gente y las nubes; a lo lejos, siempre se divisa la tierra, un lugar plano hasta donde mi monte se atraviesa, además, la tierra es de colores, en unos lados más café que en otros. Descrbir un lugar es simple al decir su nombre, creo. Si yo digo Tenango, la memoria llevará a quien conozca el sitio a los templos sobre el cerro, la gente en domingo y el pan, pero si yo digo el otro nombre de la tierra de los sueños de la que hablaba, se hace terrena y deja de ser como es. Nunca supe como llegué, pero siempre sabré regresar, mientras ahí sea donde el río llegue. Si alguien lo cambia, entonces a lo mejor me pierda y tenga que llamarte muy fuerte.


El problema de mis zapatos, es que me hcieron ampollas y por eso estoy aquí escribiendo cosas que no tienen nada que ver. Si los pies no me dolieran, saldría yo de mi casa y tomaría el camino haber a donde llego o sólo me quedaría por ahí a jugar un buen partido de futbol. Yo espero que siempre haya más cosas que ver, unos eucaliptos cortados sin la raíz, uno ojos maravillosos, una voz diciendo hola como nadie más puede. ¿Te imaginas ir al fin del mundo? ¿Te imaginas cómo sería el camino de regreso?

miércoles

Nubes



Vamos a dar una vuelta al cielo
para ver lo que es eterno...
...y luego vienes a buscarme...

sábado

Ensayo


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Yo creo en las hadas, sus cuentos y sus aventuras, sobre todo aquellas que hablan de tus ojos. Cada noche, con nubes o sin ellas; con estrellas y sin ellas yo me siento a esperar la oscuridad, pero también, veo de entre los árboles una luz y de la luz, la voz que esa noche tartará de convencerme de que no hay límites. Aunque estoy convencido de que las voces vienen de dentro de mi cabeza, lo primero que hacen siempre es saludarme, a veces con delicadeza, otras con cortesía y algunas otras por la simple costumbre. En la arena mojada, con la cabeza siempre viendo hacia donde creo que es el cielo, me limito a escuchar, mientras me quedo dormido y sueño contigo...

Anoche por ejemplo, soñé que tú eras el mar y que dentro de ti vivían todas las cosas maravillosas que se puedan ver, los hombres, los peces, las ballenas, todo cuanto cupiera en la imaginación. Te vi dormida, mar en calma; llena de luces, de calamares fosforescentes y, sobre todo, del reflejo del cielo, las estrellas y la luna hacían de ti un espejo en el que se reflejaban limpios, puros. Había un sólo pájaro que volaba, pero era más bien un mudo espectador y no un participante del sueño; allá lejos, los hombre tiraban las últimas, o las primeras, redes del día. Yo soy el viento. Sobre mí, pocas cosas, nací en montañas altas, unas que nunca has visto, rodeado por las nubes y las cumbres, acariciado de primera mano por el Sol. Cuando aparezco en el cuadro, tú sólo te limitas a batir tus olas y, si algunas ganas tienes, hacemos una bruma que cubre casi toda la costa, nos divertimos con los pescadores y las gaviotas que miraban el paisaje, ocultamos las nubes, las estrellas y cualquier otro astro que observador alguno quiera ver; hacemos un secreto, creamos el desierto y platicamos de la vida, de la tuya, de la mía, de la de los demás. Otras veces, nos portamos sólo como compañeros, ni tu me tocas ni yo lo hago, simplemente estamos ahí, sin hablarnos, viéndonos el uno al otro esperando que alguno quiera acabar con el silencio que termina por vencernos dejándonos a uno libre del otro; unidos por línea del horizonte, esperando a que un pintor venga y nos inmortalice juntos. A veces somos enemigos y luchamos creando huracanes y llueve durante mucho tiempo; semanas, meses, años y después del tiempo, tiempo y, después de la lluvia, la calma. La música de la vida regresa y yo debo irme a renacer allá arriba, tu aquí te quedarás pensando, tal vez, que al fin me iré para siempre, pero en la región abisal de tus sentimientos, sabes que de un modo u otro, siempre volveré...

Hoy quiero ser un guerrero, tomar el caballo, las armas; llamarte princesa y liberarte. ¿Liberarte? ¿No será que el que nunca ha visto la libertad soy yo? Tal vez, y sólo tal vez, tu seas un ángel libertador, con espada flameante, luz en los ojos y expresión luminosa. Sí, eso eres. Tú luchas contra los demonios de la memoria, los haces correr, los salpicas de lava ardiente, los llenas con la furia de la tierra. Yo sólo soy un hombre, lleno de todas las cosas que los hombres tienen, valor, coraje, determinación, amor; pero también tengo miedo, miedo de no verte jamás, de tenerte perdida para siempre como si fueras la Atlántida, como si fueras humo, como si fueras la hoja del árbol que nunca existió. Como estás oculta, yo no sé quien eres, ni tú tampoco, aunque me has visto desde hace tiempo. Yo soy un caballero sólo por que tú eres el grial al que debo encontrar. Si yo me llamo hombre, es sólo porque tú te llamas mujer, si es que es es tu nombre...

Al amanecer casi todo desaparece, menos el recuerdo y la esperanza de quien ha visto la lluvia caer en los llanos. Si la fe mueve montañas, a lo mejor yo pueda hacer agachar a una montaña, quien sabe, hacer cosas imposibles.