domingo

Primer fragmento (aún no sé de qué ni de cuantos)


Yo hubiera buscado la manera de encontrarte si tu me lo hubieras dicho. Yo sabia bien que no volvería a verte a menos que te buscara y me hice (y aún me hago) el valiente para no tratar de hacerlo todos los días.

Verte parada en el puesto de periódicos de la esquina de tu casa, con el paso de los años, se ha convertido en un recuerdo lejano, casi fantasmal pero tan claro como el desayuno; y eso que aquél momento no duró ni tres segundos y que yo iba en un taxi, sentado junto a un hombre que casi dormía sobre mi hombro. Así y todo, pienso que me hubiera gustado gritarte -¡aquí estoy!-, pero sólo pude maquinarlo y seguí de largo todo Pino Suárez hasta Tollocan. Parada ahí, quizá fuiste tu la que me veías, sentada junto a un muchcacho aprendiz de francés que te enseñaba una notita escrita en una servilleta medio sucia en donde te decía que si querías ser su novia. Yo y mi mochila, una de las tantas que nunca te gustaron y que tu ayudaste a bien morir, según tú porque ya se lo merecía. Yo te dije alguna vez que en esa mochila yo guardaba mis sueños, pero era mentira, lo que yo en realidad tenía almacenado, y por montones, eran papeles, basura y recuerdos; todos llenos de polvo e inservibles como las palabras que después tu nunca escucharías. Pero te estaba yo contado que nunca me imaginé que apenas un día después yo iba a querer regresar al puesto ese, haciéndome el desentendido, buscando un ejemplar agotado (por lógica cotidiana) del diario de deportes; que iba a querer decirte -¡Hola, qué linda te ves hoy!- y que, ya de pasada, iba a querer irme al fin del mundo contigo; así como tú, con tu chico francés y tus tenis blancos con rojo. Tampoco sospeché que esa imagen mía, más bien desangelada, te iba a cambiar la vida, para bien o para mal...

Supongo que fue en Tenango, en el mercado del domingo, cuando te vi por primera vez, acompañada de tus padres y de esa extraña y pacífica aura que a veces puede confundirse con la distracción propia de una mala película mexicana. Yo si estaba distraído, comprando algún kilo de manzanas o naranjas y cuando me di cuenta tu ya ibas demasiado lejos como para hacer el intento de un ademán para llamar tu atención, instantáneamente supuse que mis llamados se confundirían lastimosamente con el precio de los jitomates y prefería callar. Como antes te dije, no te hablé sino hasta el próximo martes a las dos en donde nos encontramos de esa forma tan premeditada. Tu nunca lo supiste, pero ese día mi Tenango cambió y el pasillo de naranjas, tomates y dulces nunca volvió a ser el mismo, porque tenía otros aromas, otros sabores y otros colores... unos que de tan diferentes no supe reconocer desde un principio y, que con el mismo correr del tiempo, me dí cuenta que eran que eran los tuyos...

A partir de ese momento yo te vería muchas veces más, tantas que se me hizo costumbre alumbrar mis días con tu presencia...

martes

Sin título, pero el segundo esta vez...

Pues si. Alguna vez fuiste capaz de inspirar en mí libros, novelas, cuentos, obras de teatro, diálogos interminables... y hasta una tesis sobre los radiofármacos, ¿te acuerdas?

Hoy algo me ha pasado y la inspiración se me ha caído a los pies y, de ahí, saltó al suelo y se fue hasta donde ya no pude alcanzarla y, así, me encuentro sólo, en martes por la noche, oyendo la radio, con la computadora frente a mí y con el estómago vacío, todo es lo mismo, menos yo.

Hoy me arrepiento de no haber dicho nunca que eras un gol de Cardozo, una atajada de Cristante o un planteamiento táctico del "ojos"; o bien, pude haberte dicho que eras un amanecer o una canción de Soda Stereo y serías Signos. Nunca te lo dije pero eres lo mejor del mundo, la luz, la razón, mi razón de ser, la mujer más bella del universo... un momento, si te lo dije... entonces ... no me queda nada ...

Y de aquello, sólo el recuerdo, como los camiones y la lluvia.

Hoy sólo dos palabras, que inspiras de punta a cabo y que no me cansaré de dedicarte eternamente: Te amo.

P. D. 2 Y si quieres cuéntale.

Construção

"...Seus olhos embotados de cimento e lágrima
Sentou pra descansar como se fosse sábado
Comeu feijão com arroz como se fosse um príncipe..."






"...Amou daquela vez como se fosse máquina
Beijou sua mulher como se fosse lógico
Ergueu no patamar quatro paredes flácidas
Sentou pra descansar como se fosse um pássaro
E flutuou no ar como se fosse um príncipe
E se acabou no chão feito um pacote bêbado
Morreu na contramão atrapalhando o sábado.."